De Paraguay pa'l mundo: nuestro hongo es exportado como suplemento para personas, bebidas saludables y elaboración de productos cosmeticos. El valor artesanal sobre lo industrializado es la diferencia!.
Junta Gs. 500 mil (o hablá con amigos o familiares para hacer una vaquita).
Lo dejas crecer en un rincon de tu casa y una tira de papel te avisara cuando este listo.
En 28 dias cuando el hongo madura exitosamente tenes tu dinero acreditado para usar.
En Fermenpar no solo vendemos kits: sembramos dignidad. Cada frasco es una mano extendida a quien el sistema olvidó. Aquí, el éxito no se mide en plata, sino en sonrisas de niños que ven a sus padres convertirse en emprendedores. Porque creemos que hasta en la tierra más seca, brota el ingenio humano.
¿Sabías que tu inversión puede crecer como nuestro hongo, 500 mil se transforman en 900 mil en solo 28 días. No es magia: es biotecnología al servicio de tu bolsillo. Un modelo donde ganas tú, gana la comunidad y gana el planeta. Aquí, la economía sí es circular.
Un frasco cambia una casa. Mil frascos transforman un pueblo. Somos la red donde vecinos se convierten en aliados: ganancias que se usan en filtros de agua para la escuela, semillas para la huerta colectiva o medicinas para el adulto mayor. Juntos, tejemos prosperidad desde las raíces.
No somos un simple experimento: somos una solución probada. Cada producción tiene el respaldo de alianzas con Unilever, L’Oréal, Taiwan Fondo de Desarrollo Agricola y ONGs líderes. Aquí, tu esfuerzo está en buenas manos... y mejores corazones.
Lavaba ropa de sol a sol para juntar 500 mil al mes, y ni así alcanzaba para mantener mis hijos. Un día vi el kit en un folleto pegado a un poste de luz en mi barrio y me arriesgue. Con los primeros hongos pude terminar mi casita y comprarle calzado a los niños. Lo mejor: mis hijos, que antes escondían la cara de vergüenza en la escuela, ahora traen a sus amigos a ver cómo cultivamos.
A mis 72 años, creí que ya no servía para nada. Después de que la diabetes me quitó la vista del ojo izquierdo, me quedé solo en mi rancho con una pensión que no alcanzaba ni para los remedios. El dinero ganado me ayudo a vivir dignamente y sentirme util a mi edad. Los frascos son mis ojos, cuando brillan a la luz siento que Celia mi esposa me guiña el ojo desde el cielo.
Aquí en el Chaco, el calor te quema hasta los sueños. Yo pelaba mandioca 12 horas al día, y mi hijo Juan casi quedó ciego porque no tenía 900 mil para los lentes. Cuando me hablaron del kit, pensé por qué no probar... Con lo ganado compré los lentes de Juan y un filtro de agua… mi hija Leticia dejó de tener diarrea; Hoy tengo un vivero de hongos y doy trabajo a 3 vecinas. Hasta los abuelos qom vienen a aprender.